LOS OCHO SOLES
miércoles, 19 de julio de 2017
LAGRIMAS DE UNA MADRE
Una madre padecía lo peor que le puede pasar a un ser humano: ¡su hijo había muerto!
Desde su muerte y durante años, no podía dormir, lloraba y lloraba hasta que amanecía.
Un día se le apareció un ángel en su sueño, y le dijo:
¡Basta ya de llorar!
"No puedo soportar no verlo nunca más"-respondió la madre
-El ángel le dice: ¿quieres verlo? y al confirmarle que sí, la toma de la mano y la sube al cielo.
-Ahora lo vas a ver, quédate acá. A una orden suya, empiezan a pasar un montón de niños vestidos como angelitos, con una vela encendida entre las manos. La madre dice:
-¿Quiénes son? y el ángel le responde: son los niños que han muerto, y todos los días hacen este paseo con nosotros, porque son puros.
¿Mi hijo está entre ellos?-preguntó la madre. Sí, ahora lo vas a ver – le contestó el ángel, mientras pasaban cientos y cientos de niños.
Ahí viene, y la madre lo ve, radiante como lo recordaba, pero de pronto, algo la conmueve: entre todos, es el único chico que tiene la vela apagada. Siente una enorme pena y una terrible congoja por su hijo.
El chico la ve, viene corriendo y se abrazan con fuerza, y le dice: -hijo, ¿por qué tu vela no tiene luz? ¿Por qué no encienden tu vela como a los demás?
Su hijo le responde: mamá, sí encienden mi vela cada día, igual que la de todos, pero... ¿sabes? cada noche tus lágrimas apagan la mía.
-Deja de llorarme mamá, deja de llorar.
Desde su muerte y durante años, no podía dormir, lloraba y lloraba hasta que amanecía.
Un día se le apareció un ángel en su sueño, y le dijo:
¡Basta ya de llorar!
"No puedo soportar no verlo nunca más"-respondió la madre
-El ángel le dice: ¿quieres verlo? y al confirmarle que sí, la toma de la mano y la sube al cielo.
-Ahora lo vas a ver, quédate acá. A una orden suya, empiezan a pasar un montón de niños vestidos como angelitos, con una vela encendida entre las manos. La madre dice:
-¿Quiénes son? y el ángel le responde: son los niños que han muerto, y todos los días hacen este paseo con nosotros, porque son puros.
¿Mi hijo está entre ellos?-preguntó la madre. Sí, ahora lo vas a ver – le contestó el ángel, mientras pasaban cientos y cientos de niños.
Ahí viene, y la madre lo ve, radiante como lo recordaba, pero de pronto, algo la conmueve: entre todos, es el único chico que tiene la vela apagada. Siente una enorme pena y una terrible congoja por su hijo.
El chico la ve, viene corriendo y se abrazan con fuerza, y le dice: -hijo, ¿por qué tu vela no tiene luz? ¿Por qué no encienden tu vela como a los demás?
Su hijo le responde: mamá, sí encienden mi vela cada día, igual que la de todos, pero... ¿sabes? cada noche tus lágrimas apagan la mía.
-Deja de llorarme mamá, deja de llorar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)