jueves, 27 de abril de 2017

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS



Un rico comerciante contrató a un carpintero para restaurar una antigua casa colonial. Como el comerciante era de esas personas a las que les gusta tener todo bajo control y le preocupaba que el trabajo no quedase bien, decidió pasar un día en la casa, para ver cómo iban las obras.
Al final de la jornada, se dio cuenta de queel carpintero había trabajado mucho, a pesar de que había sufrido varios contratiempos. Para completar el día de mala suerte, el coche también se negó a funcionar así que el empresario se ofreció para llevarle a casa.
El carpintero no habló durante todo el trayecto, visiblemente enojado y preocupado por todos los contratiempos que había tenido a lo largo del día. Sin embargo, al llegar invitó al comerciante a conocer a su familia y a cenar, pero antes de abrir la puerta, se detuvo delante de un pequeño árbol y acarició sus ramas durante pocos minutos.
Cuando abrió la puerta y entró en la casa, la transformación era radical: parecía un hombre feliz. La cena transcurrió entre risas y animada conversación. Al terminar la velada, el carpintero acompañó al comerciante al coche. Cuando pasaron por delante del árbol, este le preguntó:
- ¿Qué tiene de especial ese árbol? Antes de entrar estabas enojado y preocupado y después de tocarlo eras otro hombre.
- Ese es el árbol de los problemas – le respondió el carpintero. – Soy consciente de que no puedo evitar los contratiempos en el trabajo pero no tengo por qué llevarme las preocupaciones a casa. Cuando toco sus ramas, dejo ahí las preocupaciones y las recojo a la mañana siguiente, cuando regreso al trabajo. Lo interesante es que cada mañana encuentro menos motivos para preocuparme que los que dejé el día antes.
Esa noche, el rico comerciante aprendió una de las lecciones más valiosas de su vida.

Reflexión:
Aprender a soltar las preocupaciones diarias puede parecer una habilidad difícil, pero con práctica puede conseguirse y convertirse en un hábito que nos permitirá disfrutar mejor de nuestra vida.
Las preocupaciones son como montar en una bicicleta estática: cansan pero no llevan a ninguna parte. Cargar con la mochila de preocupaciones durante todo el día genera estrés,angustia, ansiedad y gran malestar, creándose una bola cada vez más grande que fomenta la irritabilidad y la negatividad... además de impedirnos disfrutar del presente.
Pero lo bueno es que podemos practicar y fomentar habilidades que nos permitan "soltar lastre" diariamente. podemos crear nuestro propio "árbol de las preocupaciones": hacer deporte, practicar relajación, meditación, ejercicios mentales, etc
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EL SOLDADO DE VIETNAM




Esta es la historia de un soldado que regresaba a casa después de haber combatido en Vietnam.
Llamó a sus padres desde San Francisco: 
—¡Mamá, papá!, soy yo, por fin he vuelto, pero quiero pedirles un favor... me gustaría llevar a un amigo a casa.
—Seguro, —le respondieron, —nos encantaría conocerlo.
—Hay algo que deben saber: él ha sido fuertemente herido 
en un combate, tropezó con una mina y perdió un brazo y una pierna, no tiene a donde ir, quiero que valla a vivir con nosotros.
—¡Ah, nos duele oír eso, hijo! Posiblemente podemos ayudarle a encontrar donde pueda vivir.
—No, papá, no me has entendido, quiero que viva con nosotros.
—Hijo, no sabes lo que estás pidiendo, alguien con un problema así podría ser un estorbo para nosotros, tenemos que vivir nuestras vidas no podemos permitir que algo como eso interfiera con ellas. ahora que has vuelto,Yo creo que debes venir a casa y olvidar a ese joven, ya encontrará la forma de salir adelante.
El hijo colgó el teléfono, los padres no volvieron a saber nada de él, sin embargo algunos unos días después recibieron una llamada de la policía de San Francisco.
Su hijo había muerto al caer de un edificio, la policía concluyó que se trataba de un suicidio. Los, sorprendidos y asustados, padres acudieron a San Francisco y fueron conducidos a la morgue para identificarlo.
Efectivamente, era su hijo, pero para su horror descubrieron algo que no sabían. Su querido hijo sólo tenia un brazo y una pierna.
Él mismo era el "amigo" y quería saber de antemano si sus padres de verdaderamente lo aceptarían. Lamentablemente, al percibir la negativa...

Los padres de esta historia son como muchos de nosotros. encontramos muy fácil amar a las personas que son hermosas por fuera o que son entretenidas, pero no nos gusta la gente que nos hace sentir alguna inconveniencia o que nos hace sentir incómodos; preferimos estar alejados de personas que no son muy saludables, hermosas o inteligentes...

viernes, 14 de abril de 2017

LEYENDA DEL GRAN PODER
El Pato Araujo colgó un día sus botas de delantero centro y su camiseta con cordoncillos como de pescadora playera, y puso un garaje. Tenía una vida próspera, cuya felicidad, pronto se vio truncada con la grave enfermedad de un hijo. Lo llevó a los mejores médicos, sin que hallaran remedio. Con un hilo de esperanza en su desesperación, acudió muchas tardes a la iglesia de San Lorenzo, a pedirle al Señor del Gran Poder que lo curara. Un día y otro, hasta que el pobre muchacho murió. Entonces, enrabietado por el dolor de la guerra de la vida en la que los padres entierran a sus hijos, fue de luto a San Lorenzo y, encarándose con el Gran Poder, le dijo:
- Que sepas que ya no vengo más a verte porque no has querido salvar a mi hijo. Así que si quieres verme, vas a tener que ir tú a mi casa...
Pasaron los años. Se celebró en Sevilla una Santa Misión en la que las imágenes de Semana Santa fueron llevadas a los barrios, para mover la devoción. Y llevaban al Señor del Gran Poder en modestas andas hacia Nervión cuando la noche se abrió en agua. Los hermanos que portaban al Señor buscaron inmediato refugio para la imagen bajo la tromba. Y vieron la puerta de un garaje. Llamaron. Era el garaje de Juan Araujo, quien oyó los intempestivos aldabonazos, bajó a abrir, preguntó quién era y oyó que le decían desde el tormentón:
-- Venimos con el Gran Poder, abra, por favor, para que no se moje el Señor.
A Juan Araujo le entró por cuerpo un repeluco de emociòn muy distinto a cuando marcaba los goles de cabeza al Atlético Aviación. Recordó sus palabras encorajinadas por el dolor en la iglesia de San Lorenzo, abrió la puerta y se encontró con el Gran Poder, que, como cumpliendo un desafío de Hombre, venía a verlo a su casa. Juan cayó de rodillas y lloró. . . Como habrá llorado ahora, en los verdes campos del Nervión definitivo, cuando se haya encontrado de nuevo al Gran Poder y, esta vez sí, con aquel hijo que murió.
Hay veces en que la muerte es una devolución de visita.
LA ESPERANZA DE TRIANA

A finales de los años setenta, un hombre natural de Madrid y establecido allí quiso venir a conocer la Semana Santa de Sevilla, animado por su hijo de 15 años. A este hombre la vida parecía sonreírle, todo corría con viento a su favor; su situación económica, sus amigos, su familia, su posición social considerada y distinguida...
Este hijo suyo había visto fotografías de la Esperanza de Triana y todo su interés era verla en la Madrugada del Viernes Santo; le parecía una imagen extraordinariamente bella, algo fuera de lo común. El padre, un tanto escéptico, lo escuchaba y, sin querer quitarle la ilusión, accedió a ver, lo que para él era una virgen más, que no destacaba precisamente por su belleza.
Cuando en medio del clamor y del entusiasmo apareció la Esperanza, el hijo, acunado por los gritos que le decían ¡guapa! y los aplausos quedó maravillado y sonriente, feliz de contemplar aquello que consideraba un prodigio. Al padre, los piropos le parecían provenientes de partidismo y fanatismo de algunos, algo que no se correspondía con la realidad del rostro de la imagen. Pero lo que verdaderamente le llamó la atención fue lo siguiente: de los ojos profundos de la Esperanza, este hombre veía caer lágrimas de verdad. Restregándose los ojos, no quería creérselo. Pero la miraba una y otra vez, y por más que lo hacía, más lágrimas veía caer de aquellos ojos negros.
Sorprendido, volvió a su ciudad sin querer prestarle demasiada atención al tema, pensaba que sería el efecto de la cera, o de una sugestión mental...
El hijo había quedado prendado de la Esperanza.Tanto fue así que al año siguiente volvieron otra vez ante la insistencia de él, que no quería perderse a la Virgen trianera caminando por sus calles. El padre, para autoconvencerse que lo vivido el año anterior había sido una enajenación mental, acudió también con el hijo a contemplar el tránsito de la cofradía.
De nuevo la felicidad del hijo y la puesta en duda del padre de la supuesta belleza proclamada de la imagen. Claro que en medio del delirio de los trianeros y de la felicidad de su hijo, no dijo nada de esto, pero la sorpresa le hizo temblar las piernas cuando vió de nuevo brotar llanto de los ojos de la Virgen. Confuso le preguntó a su hijo: ¿No...no te parece que llora de verdad?
¿De verdad? le respondió el hijo-
Si, si, de verdad...¡Mira! ¡Le caen lágrimas!
Papá las lágrimas son de cristal, como todas las imágenes...
Su hijo no veía aquello. . . Algo sintió en su interior este hombre que le dejó el espíritu preocupado, no se podía explicar cómo le podía pasar eso a él, había visto las lágrimas de verdad y su hijo no las veía.
A los pocos meses de volver a Madrid,el hijo cayó enfermo, y lo que parecía una simple enfermedad era la tapadera de algo mucho más grave; el cáncer había minado el cuerpo del joven que, en tres meses, murió.
Todo fue derrota para este hombre; la vida le habia sonreido, pero ahora le daba la espalda, y se encontró con el vacío sin sentido de su dinero, de su situación y de su consideración social. Nada de eso le valía. Todos los días y las noches tenía un afán descabellado: buscar a su hijo, que consideraba tan solo perdido, como si recuperarlo fuera un hecho factible.
Aquella Semana Santa, quiso volver para ver a la Esperanza, la Virgen que tanto gustaba a aquel que se había ido. Cuando apareció el paso de palio, rompió a llorar acordándose de la felicidad de su hijo al vivir esos momentos los dos años anteriores. Temeroso de encontrarse con algo que no comprendía, miró el rostro de la Virgen.
Era la misma, pero...¡no lloraba...,le sonreía!. Le pareció entonces la imagen más bella del mundo...¡Si, era guapísima, más todavía!. Pensó que cómo no se dio cuenta antes, y en ese momento. . . la búsqueda de su hijo perdido la resolvió la Esperanza, pues, en su interior, sintió como le decía estas palabras: ¡Está conmigo!, ¡está conmigo!
Comprendió entonces que su hijo viviría eternamente identificado con aquella Virgen, y que era el amor, la fe y la devoción de su hijo y de todos los trianeros lo que esculpía la belleza del rostro moreno de la Esperanza de Triana.

viernes, 7 de abril de 2017


BUENA SUERTE O MALA SUERTE

Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo es­capó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se enteraron le dijeron que era mala suerte. Una semana después, el ca­ballo volvió de las montañas tra­yendo consigo una manada de caballos salvajes. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Éste les res­pondió: "¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?"
Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rom­pió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgra­cia. No así el labrador, que se limitó a decir: "¿Mala suerte? ¿Buena Suerte? ¿Quién sabe?
Unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jó­venes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vie­ron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranqui­lo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?

Moraleja: Todo lo que a primera vista parece un contratiempo puede ser un disfraz del bien.







LOS TRES CONSEJOS

Una pareja de recién casados, era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior. Un día, el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa: Querida yo voy a salir de la casa. Voy a viajar bien lejos, buscar un empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar y darte una vida

más cómoda y digna. No sé cuanto tiempo voy a estar lejos; sólo te pido una cosa: que me esperes y mientras yo este lejos, seas fiel a mí, pues yo te seré fiel a ti."
Así, siendo joven aún, caminó muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda. El joven llegó y se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, el cual fue aceptado también. El pacto fue el siguiente: Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y cuando yo encuentre que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorros hasta el día en que me vaya. El día que yo salga, usted. me dará el dinero que yo haya ganado."
Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajó durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso.
Después de veinte años, se acercó a su patrón y dijo: Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa." El patrón le respondió: "Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo. Sólo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿está bien?. Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres
consejos y no te doy el dinero y te vas. Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta." Él pensó durante dos días, buscó al patrón y le dijo: "QUIERO LOS TRES CONSEJOS" El patrón le recordó: Si te doy los consejos, no te doy el dinero." Y el empleado respondió: "Quiero los consejos" El patrón entonces le aconsejó:
* NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA. Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.
* NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL, pues la curiosidad por el mal puede ser fatal
* NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, pues puedes arrepentirte demasiado tarde.
Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no lo era tanto: AQUÍ TIENES TRES PANES: dos para comer durante el viaje y el tercero es para comer con tu esposa, cuando llegues a tu casa". El hombre, entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que él tanto amaba.
Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludó y le preguntó: "¿Para donde vas?" Él le respondió, "Voy para un camino muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera." La persona le dijo entonces: "Joven, este camino es muy largo. Yo conozco un atajo con el cual llegarás en pocos días". El joven, contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo. Entonces, volvió a seguir por el camino normal. Días después, supo que el atajo llevaba a una emboscada.
Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión a la vera de la carretera, donde poder hospedarse. Pagó la tarifa por día y, después de tomar un baño, se acostó a dormir. De madrugada se levantó asustado con un grito aterrador. Se levantó de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir a donde escuchó el grito. Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo. Regresó y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le preguntó sino había escuchado el grito y él le contestó que sí lo había escuchado. El
dueño de la posada le preguntó "Y no le dió curiosidad"? él le contesto que no. A lo que el dueño le respondió: "Ud. es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues mi único hijo tiene crisis de locura; grita durante la noche y cuando el huésped sale, lo mata y lo entierra en el quintal".
El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa.
Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa. Caminó y vio entre arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y vio que ella tenía sobre su regazo, un hombre al que estaba acariciando los cabellos. Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo. Entonces se paró y reflexionó y decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al
amanecer, ya con la cabeza fría, él dijo: NO VOY A MATAR A MI ESPOSA. Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta, sólo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel."
Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abrió la puerta y lo reconoció, se colgó de su cuello y lo abrazó afectuosamente. Él trató de quitársela de encima, pero no lo consiguió. Entonces, con lágrimas en los ojos le dijo: Yo te fui fiel y tu me traicionaste...
Ella espantada le respondió, "¿Cómo? Yo nunca te traicioné. Te esperé durante veinte años". Él entonces le preguntó, "¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde? Y ella le contestó, "AQUEL HOMBRE ES NUESTRO HIJO. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy él tiene veinte años de edad". Entonces, el marido entró, conoció, abrazó a su hijo y les contó toda su historia, mientras su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer el último pan juntos. DESPUÉS DE LA ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO, CON LÁGRIMAS DE EMOCIÓN, él partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero: el pago de sus veinte años de dedicación

Muchas veces creemos que los atajos "queman etapas" y nos ayudan a llegar más rápido, lo que no siempre es verdad... Muchas veces somos curiosos; queremos saber de cosas que ni nos dan respeto ni nos traen nada de bueno Otras veces reaccionamos movidos por el impulso, en momentos de rabia, y después tardíamente nos arrepentimos...
Espero que no nos olvidemos de estos consejos, no te olvides también de CONFIAR (aunque tengas muchos motivos para desconfiar).






EL CARPINTERO
Un viejo carpintero decidió retirarse de su trabajo y así se lo comunicó a su jefe, y aunque iba a extrañar su salario, necesitaba irse para poder llevar una vida más placentera junto a su esposa y disfrutar los últimos años de su vida. El jefe se entristeció mucho con la noticia porque era su mejor carpintero. Aún así, le pidió como favor que construyera una última casa antes de retirarse. El carpintero aceptó la propuesta y empezó a construir su última casa.
A medida que trabajaba sintió que su corazón no estaba de lleno en el trabajo y arrepentido de haber aceptado la petición de su jefe, no puso el esfuerzo y la dedicación que acostumbraba a poner en el trabajo. Cada casa la había construido con gran esmero, pero ya estaba muy cansado y sentía que su jefe le había presionado para hacer una casa más, y de ahí el poco interés que le puso, utilizando cualquier tipo de material, aunque fuera de baja calidad.
Cuando el carpintero terminó la casa, el jefe vino muy contento y le dijo: Querido amigo, esta casa es tuya, es mi regalo por todos los esfuerzos que pusiste en la empresa, durante 40 años, y le puso las llaves en la mano.
El carpintero, con los ojos llenos de lágrimas, agradeció el regalo, pero se sintió avergonzado, como nunca antes, ya que cometió un gran error, por haber actuado con tan poca profesionalidad.
El carpintero sintió que el mundo se le iba... Si tan solo el hubiese sabido que estaba construyendo su propia casa, lo hubiese hecho todo de una manera diferente...
Moraleja: Muchas veces, no damos lo mejor en nuestro trabajo, en nuestra familia, a nuestros amigos, y no nos damos cuenta de que tenemos la vida que nosotros mismos hemos construido.
           "Tú eres el arquitecto de tu vida"